¿Te ha pasado que en momentos difíciles o en momentos agradables no tienes con quien compartirlo o a quién pedir ayuda? A veces sucede que por diversas circunstancias no hay alguien a quien podemos acercarnos, sin embargo, la importancia de la compañía, de que podamos recurrir a amistades, una pareja, familia, incluso un profesional, juega un papel fundamental en nuestro bienestar.
Y es que como seres sociales; el poder estar en contacto y enriquecernos entre todas las personas, genera puentes y redes de apoyo importantes.
En ocasiones puede ser difícil dejarnos acompañar
Esto por diversos motivos; tal vez se nos dificulta pedir ayuda, o mostrar nuestra vulnerabilidad y permitir que nos conozcan un poco más, pero poder tener compañía a nuestro lado podría ser un factor que nos impulse a mejorar.
Por otro lado, acompañar a alguien más requiere no intervenir de manera abrupta, ya que eso podría limitar la experiencia y el aprendizaje de la persona a la que queremos acompañar; al contrario, estar, observar las necesidades que podrían existir e incluso preguntar (desde nuestras limitaciones) cómo ayudar y cómo necesita esa persona que le acompañemos nos podría llevar a que nuestra presencia sea un recurso que le acerque al bienestar para ella.
Y esto lo lograremos a través de observar cuál es la situación, ¿que se podría requerir o no?, ¿cómo me encuentro o cómo se encuentran las demás personas?, ¿es necesaria mi intervención?, ¿hasta dónde están los límites de ella?
Recuerda que a veces no necesitamos que nos resuelvan las dificultades, pero sí saber que tenemos a lado a gente que nos aprecia, que les interesamos y que están acompañándonos.
También recuerda acompañar desde una parte de respeto hacia su propio aprendizaje, y que no sea tu compañía una piedra de tropiezo, sino un recurso de crecimiento para las, les, los otros desde el aprecio y cariño que les puedes tener.
Déjate acompañar y acompaña, con respeto y cuidado.
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